España es un país solidario., incluso un líder internacional en capítulos como la respuesta ante catástrofes naturales o la donación de órganos. Menos conocida es la actividad de los antiguos alumnos (alumni) de las principales escuelas de negocios del mundo para favorecer programas de becas o la de los donantes a grandes instituciones de referencia internacional en investigación médica o en actividades medioambientales.
Entre las principales beneficiarias de donaciones procedentes de España se encuentran varias del mundo de la educación (INSEAD y The College of Europe), la investigación sobre salud (European Organisation for Research and Treatment of Cancer (EORTC) y The Against Malaria Foundation), el medio ambiente (Pure Ocean o We Forest) o el desarrollo social (Common Goal y Street Football World).
Ojalá hubiera también donaciones de otros países a fundaciones españolas de prestigio internacional en campos como la investigación y atención médica, escuelas de negocios, entidades educativas, sociales, artísticas o culturales como nuestros grandes museos. Porque las fundaciones españolas apenas tienen aún donantes en otros países.
Quizá es porque se hace de manera cotidiana, con discreción y de manera independiente de si existen, o no, beneficios fiscales. Porque la legislación fiscal de la mayor parte de los países no contempla un tratamiento favorable para la filantropía más que cuando un donante dona a entidades de su propio país. O sea, hay más libertad en el movimiento internacional de personas y capitales que en el de donaciones filantrópicas, incluso en una Europa que tanto presume.
Sin embargo, existen fórmulas sencillas que tienen el visto bueno vinculante de las correspondientes Agencias Tributarias pero que apenas son conocidas. Parece que no les interesa divulgarlas ni a las autoridades fiscales ni a los asesores profesionales, que transmiten que hay grandes dificultades para las donaciones transfronterizas bien por desconocimiento o bien porque parece que les interesa transmitir complejidad a efectos de sus propios honorarios.
La fórmula más conocida en el mundo especializado es la que propone Transnational Giving Europe (TGE), una red colaborativa de fundaciones de referencia de distintos países con un sistema propio de intercambio de análisis de entidades no lucrativas y de certificaciones transfronterizas para que los donantes se puedan acoger a la fiscalidad de su país cuando las organizaciones beneficiarias estén en otro. Una fórmula que hay que divulgar para facilitar la financiación privada de proyectos globales, que es clave para enriquecer su autonomía e independencia.
TGE cerró 2018 facilitando donaciones internacionales por más de 13,4 millones de euros, lo que supone un incremento del 27,6% respecto a 2017. Se produjeron 5.761 donaciones, de las cuales 5.356 fueron individuales y 405 corporativas.
El número que más crece es el de ciudadanos, quizá porque vamos tomando conciencia de que tenemos que asumir el protagonismo también para financiar proyectos transformadores de la sociedad. Especialmente los que implican cambios en el sistema de siempre, que necesitan fórmulas de autofinanciación. Fórmulas que todavía no contemplan las instituciones porque suponen un cambio importante frente al proteccionismo tradicional y al poder que concede la intermediación pública. Por eso somos optimistas. Y puestos a soñar, también apostamos por un protagonismo creciente de los más innovadores. Intuimos que crecerá el número de filántropos de la innovación, sea en el campo que sea.
Más información
TGE 2018 Annual Report
Procedimiento para donaciones internacionales en las que participe España
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